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lunes, 26 de noviembre de 2007

Las manifestaciones

Decir algunas cosas tras las manifestaciones de ayer es impopular, por eso tengo que aclarar que creo que el motivo de esas manifestaciones es totalmente lícito y que mi acuerdo con la idea de que la violencia de genero es una barbaridad es total, pero aquí no voy a hablar “de la motivación” de la manifestaciones, sino del concepto de manifestarse en sí mismo.

Las manifestaciones de protesta, hay que decirlo, no sirven absolutamente para nada, por varias razones, pero la principal de ellas es porque generalmente la persona o institución a la que se le monta la protesta, pasa olímpicamente de ella. Ni siquiera aquellas manifestaciones gigantescas y repetidas que se montaron contra la guerra de Irak, hicieron que Aznar bajara del guindo y pensara en el asunto, que por cierto tenía mucho que pensar, junto a este electo ciudadano, imagínense lo que le importaban al soberbio Superyanki o al impasible Sahíb inglés lo que pensáramos en esta “colonia” ultramontana…

Es lamentable decirlo, pero tampoco esas manifestaciones más cercanas como las de ayer sirven para nada, entre otras cosas porque no les hacen caso las dos partes que sí pueden hacer algo; los propios matratadores y los que los juzgan.

Para poner solución a un problema, lo primero es reconocer que tenemos un problema, y en este punto habría que analizar el asunto; la mejor solución a una enfermedad no es ponerle parches cuando sale, es evitar que salga y en este caso hay que estudiar al virus, al maltratador.

En una sociedad que hace encuestas y estadísticas hasta de las veces que miramos al techo, todavía no he visto ninguna que diga lo que para mí es evidente, que los borricos estos que apalean mujeres y niños, son, a)incultos, al menos moralmente, y b) no les asusta el castigo, porque a veces ni lo hay o es laxo.

Se nos olvida cuando nos ponemos a mirarnos el ombligo, que el hombre es, “animal, racional”, ahí está la base donde hay que atacar al problema. Hay que minimizar la parte animal e intentar subir de grado la racional, y esto se consigue con más educación y más respeto. En esto del respeto, los animales le tienen todos unos sanos respetos al palo, el saber que el que la hace la paga ayuda mucho a pensar antes de hacer.

La formación es fundamental, porqué en esto pasa un poco cómo con las apariciones marianas; las virgencitas milagrosas siempre se aparecen a pastorcillos en el campo, nunca a un notario en una sexta planta, y aquí los descerebrados estos, son casi siempre gente con el cerebro bajo mínimos por decirlo finamente, que además saben que no les pasa casi nada; así, ya me dirás.

Los cebollinos apaleadores no ven las manifestaciones, pero sí ven la tele y toman nota de que –generalmente- a las que han apaleado sólo las esconden en un piso (en el mejor/peor de los casos), pero al aporreador no le hacen casi nada; eso les ayuda a pensar que les sale barato liarse a mamporros, porque a ellos no les dan ninguno, ni físico ni moral.

Por eso, y porque ya estoy harto de que como hombre me hagan culpable de estas cosas en las que muchísimos no tenemos ninguna culpa, es por las que pienso que lo primero que había que hacer es eso, el mirar hacia donde hay que mirar, entre otras cosas al Código Penal; seamos menos güenos y pongámosnos serios con los delincuentes, que son eso, delincuentes.

Pepeprado

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