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martes, 22 de enero de 2008

El cine de todos y el auditorio nuestro

Desde ayer nos están dando la vara con la noticia de que el cine español ha perdido cuatro o cinco millones de espectadores (estamos en un país donde un millón de más o de menos parece no importarle a nadie, somos así); al mismo tiempo nos dicen que los de la industria se vuelven a reunir para repartirse unos pocos de Goyas entre ellos. En esa misma dicotomía de noticias está la clave; los integrantes de ese llamado “cine español” están más pendientes de mirarse sus bellos ombligos, que de proporcionar buenos productos a sus clientes, porque se les olvida que -chorradas aparte- lo que son realmente, es una industria que ha perdido clientes. Quizás porque nunca se han preocupado por hacerles caso. Los “artistas” son vistos por el gran público como unos señores que se dedican a tres actividades principales; la primera a hacer política, decirle a los ciudadanos donde está la verdad absoluta; la segunda a cobrar por el favor en forma de subvenciones y prebendas (“personales”, no al cine en sí mismo); la tercera, a reunirse y repartirse premios entre ellos por casi cualquier motivo, para lo que se montan festivales y saraos de todo tipo, en los que se comportan como divos alejados del público y se muestran como la esencia de una exquisitez artística inaccesible para el resto de los mortales, es decir, para sus clientes. Con estas actividades, no les queda casi tiempo para hacer buen cine, y así vemos por ejemplo en Los Borgia,-una de las presuntamente “mejores” películas españolas de los últimos tiempos (según los críticos)-, dada por A3 hace poco, gran parte de los diálogos son casi inaudibles y difícilmente descifrables, quizás porque nuestras jóvenes estrellas no consideren necesario educar la voz y la dicción para dedicarse a esto del cine. Así les va.

En lo local -lo cercano-, se ha anunciado que ya hay un pre-proyecto o mejor, una memoria de intenciones, referente al eternizado auditorio, tan necesario y tan traqueteado. Los arquitectos elegidos hablan de cerámica y cristal, de grandes espacios y de formas onduladas; en principio, todo suena bien y estamos obligados a darles tiempo y confianza, después ya habrá –estoy seguro- un despellejamiento generalizado por parte de todos los que tengan algo que ver, aunque ese algo sea de forma tangencial y casi esotérica. Por mi parte, prefiero esperar lo mejor; si se ha escogido a unos profesionales buenos, para hacer un proyecto específico para Málaga, siempre nos vendrá mejor que si hacemos como con la Ciudad de la Justicia (de las Leyes); coger un proyecto de Soria y encajarlo a lo tío cip… donde sea. Lo único que me da un pelín de mosqueo, es que hablan del escenario principal como válido para ser; “circular para los conciertos pop, tradicional para los de música clásica, etc…”. Yo, como no creo en los milagros anunciados a tiro fijo, no me entra en la cabeza una divina pomada que lo cure todo y sirva para todo. Habrá que esperar.

Finalmente, en el periódico 20Minutos, pág. 2, dedican unas líneas a la obra del Café Central; la he leído con una mezcla de añoranza y cariño viejo. También hay que esperar.

Pepeprado

1 comentario:

  1. De acuerdo, en parte, contigo en lo que dices sobre el cine español. Es cierto que el cine español tiene una "marca", un sello propio que, para mí, no debe cambiar porque es lo que lo hace nuestro y único. Pero eso no debería estar reñido con que el cine se considere una industria y funcione como tal. Es difícil pero hablo de hacer peliculas españolas mirando al público y los resultados no, como bien apuntas, a las subvenciones, amiguismos e intereses (políticos, etc...). Poco más que apuntar, es un debate complejo pero esta es la esencia de mi opinión.
    Darte la enhorabuena, Pepe, por tu claridad para dar tu opinión "sin matices". Un abrazo compañero!

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