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jueves, 21 de agosto de 2008

Luto

En plena Feria nos ha caído el luto por el accidente de Madrid; “El peor accidente aéreo en 25 años deja 153 muertos” Ahora, solo queda llorar y rasgarse las vestiduras, pero todos somos culpables. Desde ya hace tiempo, a los individuos en particular, se nos aplican todas las leyes y las normas, pero cuando se entra en el campo de las grandes empresas y lobbies, la cosa se difumina. Por haber sido profesional de la aviación comercial durante mas de treinta años, me parece que no debo (debemos) analizar “este” accidente en particular, ya que en caliente no se razona demasiado, siendo preceptivo esperar a tener información para poder opinar. Pero de lo que sí podemos hablar es de la política de las compañías, de reducción de personal cualificado, de su sustitución por personal con contratos efímeros que les impiden curtirse en sus cometidos, y la sobreexplotación de los recursos propios y contratados. Hace menos de un mes, casualmente, usé dos veces vuelos de Spanair, y aquí aclaro que todas las otras compañías son iguales en esto. Cuando conseguí llegar a mi asiento y “encajarme” en él, pensé que si allí pasaba algo no podría ni plantearme en salir de aquella ratonera. Las compañías para ser más eficientes “económicamente”, ponen cada vez más asientos, más filas, y más juntas. El espacio para los pasajeros está constreñido al mínimo, de forma tal que la bandeja que supuestamente puedes utilizar, se te incrusta en el esternón, y si reclinas hacia atrás tu asiento, asfixias al de la siguiente fila. Esto parece una chorrada, pero es la forma de impedir una evacuación mínima en caso de necesidad. Al lío, contribuyen esas facturaciones “a voleo” donde a los miembros de la familia se les disemina por todo el avión, con lo que en caso de problemas, esa actitud natural de estar junto a los tuyos genera todavía más confusión en el peor momento. También nosotros, todos, como usuarios, tenemos nuestra parte de culpa; queremos que nos transporten por un puñado de higos; si nos dicen que hay un retraso por motivos técnicos, siempre hay quien protesta y quiere que el avión salga “como sea”; a bordo, todos venga a darle a los teléfonos y demás chorradas, emitiendo ondas de forma continuada porque hay que decirle a alguien… que ya estamos sentados, y… ¿para que seguir? Mejor lo dejamos. Solo un pensamiento para los familiares de las víctimas y una plegaria por ellas.

Para intentar olvidar este suceso, miro noticias más ligeras, entre ellas una de las chorradas más sorprendentes de los últimos tiempos, ya que está originada por gente a la que se supone con mentes bien amuebladas; Científicos explican a ritmo rap el funcionamiento de un acelerador de partículas Me hace gracia, que después de llevar muchos, muchos, años oyendo que aquello de nuestros antiguos maestros de enseñar las tablas de multiplicar de memoria y cantándolas, era lo peor de lo peor, ahora, los científicos de postín se descuelguen con esto del rapeo intenso. Mi única opinión sobre el tema; ¡A chorrarla, tíos! Hay que ser formales.

Pero me encuentro con una noticia que me trae a la mente aquel verso de Alarcón de Icaza, grabado en la Alhambra; "Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada". Siempre he estado de acuerdo con ello, pero desde hace algún tiempo tengo otro motivo de envidia con Granada; por sus jueces. Debéis leer “toda” la noticia siguiente (La Opinion de hoy); Controles ¿ilegítimos? / GRANADA Un juez de Granada ha calificado en una sentencia de "ilegales" los controles de alcoholemia al entender que suponen "una desigualdad de trato" a los bebedores con respecto a aquellos que conducen bajo los efectos de sustancias estupefacientes” Esto es solo un párrafo, pero toda la sentencia y su argumentación se merecen un aplauso ya que intenta más hacer justicia, sobre aplicar la Ley. Todos estamos de acuerdo con perseguir a los que van mamados, pero mamados “de todo”. La discriminación entre los que se han tomado un tinto de más y los que se enchufan hasta cenizas de faraón muerto por las narices o las venas, es clamorosa, pero el señor de las gafas de Tráfico solo se preocupa de que en las bodas no se beba. El que algunos se pongan cada viernes y sábado hasta los tronchos de “todo”, le da exactamente igual. Por eso, mi admiración y agradecimiento al magistrado Píñar Díaz, por haber puesto una pica de cordura en el Flandes de nuestra sociedad. Repito, Granada, te envidio cada vez más, y encima, estás callada, no das la lata.

Hasta mañana. Pepeprado

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