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sábado, 20 de septiembre de 2008

Pararse a pensar

Los “finde” como dicen los súper guays, son un buen momento para pararse a pensar, cosa que parece que cada vez es menos corriente y usual por estos lares. Sobre todo porque incluso los informadores de la verdad ciudadana, vulgo periódicos, aprovechan y se desparraman para llenar páginas sin decir nada, (sobretodo nada incómodo).

En los de este finde (me encanta estar al día), marcan la pauta temas tan apasionantes como los asuntos de la pasarela Cibeles (perdón, la Cibeles Fashion Week, faltaría más), la fiesta de Vanity Fair en Serva la Bari (ahora es Sevilla, pero es para reivindicar algo…), y lo más pintoresco, nuestro señor ministro de inJusticia, que se ha ido a explicarles a los sudamericanos como tiene que hacer las cosas, ¡pobrecillos!

Por eso, ya que la comisión del accidente está ya chafada, que parece que era lo que se buscaba, vamos a pensar en la suerte que tenemos y lo adelantados que estamos; es decir, vamos a hablar de la tele.

Esto me ha venido a cuento de esta gran noticia; Telecinco es la primera televisión europea en dar 10 ediciones de "Gran Hermano" ¿Qué puñetas hemos hecho para pasar de “reserva espiritual de Occidente” a esto? Aquello de la reserva parecía un chiste, pero esto es una guarrada. La TV, es un gran invento, ha servido para unificar, para divertir, para enseñar y para muchas cosas más. Ayuda a ver cosas que antes nunca íbamos a tener la oportunidad de ver; por ejemplo, ¿cuándo iba un señor de Teruel iba a saber tanto de tiburones como sabe ahora?, ¿cuándo nos iban a poner las fotos del tío Fidel en su tierna infancia en nuestra propia casa? ¿cuándo nos íbamos a enterar de que en Texas (por cierto, se dice Tejas, lo dijo la RAE) hay que llevar las pistolas a la vista? En fin, que nos ha enseñado multitud de cosas, hasta llegar a lo del acelerador de partículas, que es una cosa que nos ha dejado muertos de envidia (mira que ponerlo en Ginebra, para amargarnos el GT, lo suyo habría sido en la Moncloa).

Pero claro, por todo hay que pagar un peaje, y este, está siendo particularmente duro. Para empezar, la ciudadanía está más cercana a la policía de los Ángeles que a la de su barrio; le preocupa más si la Palin le dio a sus niños leche maternal, que la memoria selectiva hacia algunos abuelos en particular de alguna gente de aquí; les preocupa más el tifón Ike, que la gente de su barrio a la que se le inundan los sótanos cada vez que llueve; les preocupan más las garantías legales de los chicos de Guantánamo, que los chorizos que se destalegan aquí cada día. Lo dicho, la tele nos ha ayudado tanto, que ya somos y estamos “globalizados”. ¿Quién me lo iba a decir a mí cuando tomaba pan con aceite, sin saber que estaba desarrollando la dieta mediterránea, en vez de merendar?

Otra cosa que ha hecho la tele, es afectar a las costumbres. Abundando, que es gerundio; ha conseguido que los que vayan a algún programilla de esos de chichinabo, de concursos o entrevistas (es decir a dar voces todos a la vez) se aplaudan a sí mismos como gilipuertas cada vez que dan con la tecla; que las antes vergonzantes miserias, ahora sean un filón para sacar pasta gansa; que el conseguir que tu novio/marido/arrejuntado/amante, el que antes más te quería y con eso tenía bastante, ahora le abra la cabeza a un profesor de universidad para con eso abrirte a ti y a tu parentela, las puertas de la fama y el dinero; que toda la tribu se ría de chistes horrorosos de malos, porque han levantado el cartel pertinente y te dan un bocata a cambio; que los futboleros se vean obligados a hacer alguna chorrada extraña cada vez que consiguen meter un gol (y además que tengan esa tendencia tan “rara” a tocarse los culos mutuamente durante toda la lid), etc.. y han conseguido que los, antes nobles y acentuados apellidos Fernández, Rodríguez, García, etc.. queden en voluntario desuso, se carguen de connotaciones demasiado “populares y chabacanas” y por eso sea mejor que a sus inmateriales poseedores se les llame (o nomine, que es la moda actual) ahora, Bermejo, Zapatero u Obregón. Por qué, la verdad es que; Don Mariano Fernández, don José Luis Rodríguez, o doña Ana García, pueden parecer poco, quizás ¿demasiado… proletario? Aminoran la importancia de los que los llevan en su DNI, pero no en su corazón. ¿Sería esto, el mantener el González, lo que derrocó a don Felipe?

Yo para equilibrar, voy a seguir llamándome Pepe, soy así de artesanal.

Pongo la foto de los rockeros de anoche y hasta el lunes, eso, yo…

Pepeprado




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