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jueves, 12 de febrero de 2009

Berlanga

En las facultades de Comunicación, en las escuelas de cine, etc., a don Luís García-Berlanga Martí se le estudia, poco, pero algo. Nunca tanto como yo considero que se debería, porque en su filmografía siempre está presente esa premisa que es vital, “si quieres solucionar un problema, lo primero es saber que tienes un problema. Nada más que por eso, don Luís se merecería ser estudiado, ya, directamente, en primero de EGB. Porque este director de cine, en realidad casi siempre, no hace solo películas, hace retratos del país en que vivimos. Su Pareja Feliz, su Plácido, su Bienvenido Mr. Marshall, y tantas más, han ido retratando lo que somos, como somos, e incluso (y eso es gordo), como nos vemos. Siempre que veo y re-veo, algunas de sus obras de arte, tengo la esperanza de que algo hayamos cambiado, pero no. Por lo menos desde 1977, ni un ápice. Esta es la fecha en la que se estrenó, la Escopeta Nacional, con la que todos nos reímos de las vicisitudes de los que querían medrar, los que querían hacer negocios, los que querían… salir en la foto con el Ancianne Régime. Lo mismo para pedir un puestecillo ministerial, que para vender porteros eléctricos, era necesario pasar por una cacería institucional.

Pues eso, el asunto no ha variado ni en el fondo, ni (siquiera) en las formas. Como es natural, esta es la reflexión a la que me lleva la cacería que se marcaron don Bermejo, don Garzón y el fiscal ejecutor de guardia del gobierno. Que un par de amiguetes se vayan de cacería, pase; que se vayan “de gorra” (incluido, lomo, jamón y demás comercio y bebercio), mientras el resto del los cazadores tienen que pagar un huevo (no de los fritos, de los otros, por ejemplo cazar un muflón vale 2000 euros) en tiempos de penurias nacionales, ya empieza a ser malo; que coincida con unas elecciones donde además de otras cosas se van a rifar puestos y cargos, peor; pero… , que el cazador discriminatorio que es don Baltasar alterne dos cacerías, la de algunos elegido y la de algunos animalitos del monte, a la vez, es pasarse tres pueblos. El Justiciero Implacable, es eso, “implacable”, pero lo que no es, y eso es matemáticamente demostrable, ni Impecable ni Imparcial. Aclaro, que en una muestra de democracia interna, y de repartir con los demás, en el asunto del no pagar, iban incluidos todos, matarifes, esposas de los exquisitos, escoltas, conductores, etc… todos a comer y beber, por la cara, la de los que mandan. Por cierto, a esto, ¿quién invita?, ¿qué saca el invitador? Es sólo curiosidad.

Mirando sus ejecutorias, se ve que el juez, tiene o debe tener el punto de mira de su escopeta nacional, tremendamente desviado, más que el de una escopeta de feria, como se decía antes. Rebuscando en ese insondable pozo que es la memoria, no encuentro ninguna fulminante ejecutoria dictada por el Súper Juez, en la que apuntara hacia un lugar distinto del que gusta al Gobierno actual. Es posible que alguna vez le pusiera alguna multa a algún concejal del PSOE, pero seguro que es, porque era un concejal “muy chiquitillo y muy feo”, como el niño que tuvo una señora con un amigo de su marido.

Eso tan manido, pero que sigue siendo tan necesario de “lo de la mujer del César”, serlo y parecerlo, parece que aquí está escrito en arameo. El de mas rango, don Bermejo, ese que tiene contentos a todos, sobre todo a los decoradores, es quien tenía que dar ejemplo de ecuanimidad, y a su vez, los representantes en este asunto del poder judicial, poner el componente de imparcialidad y equidad, pero, ¡ay!, ¡mi gozo en un pozo! Aquí lo guay es repartírselo todo, calentito, hasta los bichos. Quizás también por eso, a la Justicia la siguen representando con la venda, por algo será.

A causa de estas cosillas, y por estar hasta los muflones, echo mano de otra película de don Luís, esta de 1993, de sugerente título, “Todos a la cárcel”, aunque no, a la cárcel, solo van… los que no marquen el paso. Siempre nos quedará Berlanga.

Hasta mañana. (Mis problemas informáticos, estancados, cuando me arregle ya pondré fotitos).

Pepeprado

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