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sábado, 21 de agosto de 2010

Me equivoqué


Acostumbro a hacerlo mucho. Eso de despistarme y no saber en qué día ando, es normal en mí. Ayer decía que estábamos en la mitad de la feria y era totalmente incierto, la estamos acabando. Está bien eso de que se acabe, así es mejor.
Ayer eché un día de feria bueno… porque me fui a la playa. Después, los toros. No sé que estarán diciendo los gurús de los periódicos, pero como estos están mediatizados por las entradas gratis y otras prebendas, seguro que estarán echando la culpa a los toreros. Yo, cómo me pago la entrada, puedo decir la verdad; la fiesta se llama “de los toros”, no de los toreros, y si no hay toros no hay fiesta. Así, de claro y así de fácil.
Quitando a algún monstruo cómo Ponce o el Juli, que son capaces de torear desde tigres de Bengala a caniches pardos, la inmensa mayoría de los toreros necesitan un toro para torear, y lo que ha estado saliendo esta feria han sido simulacros de fieras bovinas. A lo más, han sido los desechos, no de tienta, sino de corrales, de todas las ganaderías que han aprovechado para quitarse a precio de saldo los sobrantes que nadie quería. Sobrantes que dada su falta de casta y de ambición se han defendido a cornalón alzado y por eso ha habido más cogidas que orejas. Así nos ha ido.
La de ayer, como todas; un muermo.
Ni siquiera Hermoso de Mendoza y sus caballos consiguieron alegrar a eso que le echaron, a los que no me parece bien llamarlos toros.
Castella y Perera, sin pena ni gloria. Entresaco fotos por su plasticidad pero que no engañen a nadie, para coger un momento bueno había que echarle paciencia. Mientras tanto, el que ha escogido los toros, toreando por ahí.
En una de ellas se ve a uno de los artistas de Hermoso empujando al bicho para que se cayera de una vez (hasta el caballo estaba harto). En otra he querido poner a dos espectadoras de todas las tarde a partir del segundo toro; dos gaviotas de un tamaño hermosísimo que se han chupado todas las corridas imperturbables. 
Las demás eso, retazos y una vista de la plaza. Cuando la tarde es aburrida, te dedicas a cualquier cosa, incluso a mirar las gaviotas.
Hasta mañana
Pepeprado

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