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sábado, 2 de octubre de 2010

A pensar

Eso, sábado, hay que pararse a pensar. Todo el país ha sufrido una huelga, presuntamente general pero que más bien fue de los generales de los sindicatos y en la que de sargento para abajo nadie la quiso ni siguió, cómo no fuera por coacción.
Ha sido en primera instancia el resultado de esa falsa luna de miel de los sindicalistas de abrevadero, costeada por el país, que ha terminado abruptamente cuando se ha acabado el dinero. Bueno, se ha acabado para las bases reales del pueblo, porque estos dirigentes siguen cobrando y gastando.
Pero hay, tiene que haber, algo más profundo. Un país viejo y traqueteado no se despeña así por las buenas. No valen solo una panda de dirigentes ineptos comandada por el mayor inútil patrio. Tampoco vale eso de que la crisis es mundial,  que lo ha sido, pero que con otra forma de encararla, algunos ya dominaron y ya están abandonando mientras aquí seguimos encenagados es nuestras miserias. Naturalmente tampoco es de recibo echarle la culpa a Franco, que es lo más cómodo para algunos, porque este lleva ya la friolera de 35 años criando jaramagos. Así que algo más tiene que haber.
Creo que ese algo más es simplemente el resultado de décadas de falsa progresía; de intentos de abandonar nuestra historia; de avergonzarse de cosas que no hemos hecho casi ninguno de los que todavía estamos en este mundo, y sobre todo y por encima de todo… de destrozar la educación de las nuevas generaciones.
Cogimos unos planes de estudio que formaban y educaban y sólo por el hecho de haber sido establecidos en la época anterior, se fueron cuarteando, abandonando, despedazando y mandando al baúl del olvido vergonzante. Esto puede ser incluso comprendido en materias como la Educación Política en sus diversos nombres, e incluso en el tratamiento de la Historia hacia algunos pasajes cercanos, pero… ¿las matemáticas?, ¿la física y química?, ¿el latín?, ¿el griego?, ¿la literatura?... Eso no tiene pies ni cabeza.
Se ha ido engordando una importante lista de agravios, a veces sobre bases falsas, porque por ejemplo, se habla del olvido de García Lorca, cuando a mí me dieron la lata con algunas de sus impenetrables obras. Es ahora cuando se esconden e ignoran a personajes importantes por, simplemente, haber pertenecido a una época, aunque hayan dejado muestras imperecederas de su arte e ingenio, si no que alguien me diga sí alguno de los artistas subvencionados actuales, ha superado la venganza de Don Mendo, de don Pedro Muñoz Seca, al que por cierto fusilaron y no aparece en ninguna lista de Memoria Histórica.
Todo esto, este abandono, este falaz modo de ocultar verdades, de reescribir historias se hace usando para ello las mentes abiertas de los nuevos españolitos, que saben más de magos de película inglesa que de las andanzas de don Rodrigo Díaz de Vivar, al que por cierto ya hay escritores que están despellejando, más interesados en buscarse un sillón de invitado pagado en las teles de moda que en currarse los trabajos. Es lo que nos ha llevado a este casi erial de la cultura, que es lo que hace que los países se muevan.
Por eso, porque nos lo merecemos por lo que hemos hecho, no podemos llevarnos las manos a la cabeza, cuando una descerebrada, cuyo único mérito reside en el coyuntural uso de su entrepierna, haya sido elevada a la categoría de princesa del pueblo e incluso se le haya hecho un estudio de mercado asegurando que sacaría de cinco a seis diputados en una eventual presentación a elecciones.
Lo único que no consigo entender es que esperarían esos presuntos votantes de esta vocinglera desaforada e inculta. Qué leyes se podría esperar de ese grupúsculo de elegidos por sus afinidades principescas.
Eso, nos lo merecemos, nos lo hemos ganado a pulso. Las escuelas están preocupadas en otras cosas, los maestros acorralados, los planes de estudio son irreales, pero… no importa, ha nacido un líder o mejor, una lideresa, no vayamos a joderla con el machismo.
Lo dejo, creo que me iré a ver a mi nieta, a la que en el futuro y si me da tiempo, intentaré inculcarle amor a la cultura. Después un ratito a la playa. Mañana será otro día.
Hasta mañana.
Pepeprado

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