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lunes, 6 de diciembre de 2010

Puentes rotos

Son inevitables dos cosas, una general, cómo es hablar del controladorázo, y otra personal, esta, más corta y directa, auto felicitarme de haber decidido, eso sí, por las circunstancias, quedarme en mi casa este puente. Esta última por tanto, ya está aclarada por sí sola.
La otra, la crisis de los controladores díscolos es otra cosa. En esta hay tela que cortar.
La cosa nos la presentan algo así como las apariciones de la Virgen sobre los olivos y las higueras, inopinadamente y sin aviso previo. No es así, esta guerra particular de don Blanco, lleva meses en la trinchera.
Vaya por delante que lo de los controladores no tiene nombre, o mejor, sí, lo tiene, simplemente es otra cabronada más de las que están acostumbrados a hacernos. Pero, también hay que echarle un ojo a la actuación del ministro desaparecido durante el lío. Este, lleva meses con el papelón sobre la mesa y haciendo gala de la habilidad que él cree tener, la misma de un elefante en una cristalería, ha ido liando un cacao de dos pares de narices. Que esto iba a pasar, estaba no sólo cantado, sino avisado, ya que el gobierno sabía desde dos días antes, lo que se tramaba, pero en otro gesto de soberbia, tiró por la calle de en medio y aprobó la última puntilla el día antes del puente. ¡Toma ya!
Eso fue para demostrar quién tenía la sartén por el mango, pero esa misma sartén no tenía mango de repuesto. En todos estos meses podía haber estado preparando y sacándoles licencias europeas a nuestros militares, haber preparado otros controladores más baratos, cosa que con el paro actual era fácil de promocionar, o simplemente traerse a unos pocos de por ahí. Pero, no, siguiendo el sistema de improvisación que es norma de este gobierno, primero le pegó la patada en la entrepierna al colectivo y después… se quitó de enmedio, dejando que fuera el Gran Visir el que pechara con las circunstancias. Muy fina la solución.
Entretanto, el Líder Carismático estaba  (y sigue estando) en paradero desconocido. Quizás crea que la declaración de un Estado de Emergencia, Urgencia o Preocupación no es bastante como para que tenga que dar la cara. Lo suyo son las subvenciones a los gays del Perú, que es una de sus últimas medidas.
Con esto, está dando otro paso más en su emulación franquista. Hasta ahora, desde los prolegómenos de la Constitución que hoy celebramos, ningún gobierno democrático lió un cacao tal, cómo para tener que echar mano de los militares. Sólo Él, el Gran Timonel.
Termino cómo empecé; habría que despedir a los controladores involucrados, pero… ¿Dónde están los sustitutos? Lo que sí que está claro es   que también habría que despedir a todo el gobierno en pleno; por incapaces, festivaleros e ignorantes. Pero no, ahora buscarán a algún lila al que echarle la culpa y listo. Es el sistema tradicional.
Hasta mañana.
Pepeprado

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