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jueves, 26 de enero de 2012

La Gran Duda


Ayer salió el resultado del juicio de los puñeteros trajes. Por fin, espero que con esto se deje de hablar de sastrecillos valientes y de presidentes de figurín. Usando de esta sentencia, hay hoy cantidad de opiniones por todas partes, en todas las radios, periódicos y tertulias. En muchas de ellas el argumento principal es el asunto de que haya sido de un jurado popular. Aprovechando esto y que el Pisuerga pasa por Valladolid, podríamos pararnos a pensar en eso; en las suspicacias sobre lo del jurado popular.
Personalmente creo que aquí no tiene sentido, ya que cuando el resultado no es del gusto del poder judicial, lo anulan y ya está. Lo han hecho en varias ocasiones arguyendo cosas peregrinas, generalmente que no se ajustaban las decisiones a derecho o que no estaban lo suficientemente argumentadas. Es decir, que reconocemos eso tan fácil de ver y tan triste; los tribunales están para aplicar las leyes, no para impartir justicia.
Aquí, un inocente liberado por un jurado popular, puede tener que ir a otro juicio, porque a los señores togados no les guste la sentencia y lo contrario, se puede poner en libertad a un condenado en virtud de esa inconsistencia moral.
El principio en el que se basa el jurado popular, es que este, el jurado, tiene que ser convencido a base de pruebas y argumentos para emitir un juicio; no se le pide que miren a ver si hay algún artículo rebuscado del Código para dar un veredicto que convenga. Es también una cortapisa para este tipo de abogados que basan su  trabajo en buscar epígrafes en los libros gordos pero que lo de convencer a alguien les viene largo, especialmente porque para eso hay que tener una conciencia clara sobre lo que se está defendiendo o atacando.
Es por esto por lo que creo que lo del jurado popular fue otra de esas galletitas que nos dieron como sociedad para tenernos entretenidos, a sabiendas de que no lo iban a dejar funcionar nunca. Por esto, también, la sentencia de este caso no tiene la menor importancia, especialmente porque ahora vendrán los rosarios de impugnaciones y recursos para que la cosa siga enfollinada. En este juicio, como en casi todos, lo realmente importante es que el presunto delito, con sus delaciones y sus defensores a ultranza, pasó o pudo pasar, hace varios años (el otro día se juzgó un acto de terrorismo del 2003, es decir de hace 9 años) con lo que la Justicia, al no ser inmediata ya ha dejado de ser justa, pase lo que pase y se sentencie como se sentencie.
Quizás por eso de tocar, o mejor, sólo rozar, los sacrosantos principios de eso que llaman Justicia, pero que es solo Ley, es por lo que cuando el nuevo Ministro de la Cosa, ha anunciado algunas medidas para cambiar “algo”, muchos han puesto el grito en el cielo como si esto fuera una herejía. Los mismos que permitían que otros ministros fueran de cacerías raras y se gastaran lo que les pareciera bien del erario público en hacer reformillas, pero que solo perseguía a los que les decía el gobierno, ahora ponen el grito en el cielo, con sólo decirles que los políticos van a tener “algo menos” de poder para “colocar” a los suyos. Triste, muy triste. No tenemos arreglo.
Hasta mañana.
Pepeprado

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