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lunes, 3 de diciembre de 2012

Sólo dos, una, para otro amigo Ramón

 Es lunes y como últimamente me viene pasando, mis obligaciones de abuelete ejerciente no me han dejado tiempo para inaugurar el mes. Sin embargo quiero dar dos pinceladas para no retrasar más este nuevo mes.
La primera es a requerimiento de mi amigo Ramón, otro Ramón, no el del otro día, pero es que se llaman igual.
Este me hablaba del caso Gao Ping y de su principal valedor, y es verdad lo que me decía. El excelso Juez de la Audiencia Nacional, señor  don Fernando Andreu se merece unas líneas.
Este a veces, vindicativo juez, parece aspirar al trono vacante de don Baltasar, ya que hasta ahora en lo que se ha distinguido ha sido en perseguir a secretarios de Defensa y otros altos mandos israelíes, o a otros en Ruanda, Israel, o en cualquier parte del mundo, gracias a lo cual se está labrando un futuro prometedor.
Como nota curiosa, extrañamante curiosa, si se teclea en Wikipedia, sale su biografía, muy resumida pero muy “llamativa”, pero, “sólo en inglés”, lo que me da que pensar. Pues bien, este es el mismo señor juez, que aparte de estar tomándose el caso Bankia con bastante tranquilidad, se ha encargado de “equivocarse” en los plazos y ha dejado en la calle a don Gao Ping y sus chinos agregados de la Operación Emperador, cosa que estoy seguro a los policías que se lo han currado, les ha debido hacer la misma gracia que una patada en las bajeras.
La equivocación es aun más llamativa cuando se sabe que el fiscal del caso, le advirtió reiteradamente que podía pasar lo que ha pasado; que los choripepes estén al aire libre y sin condena, y el señor juez ni caso. Es tan llamativa que parece ser poco una equivocación y permite dejar libertad para   que cada cual piense lo que quiera pensar, pues que se sepa, en el asunto de los recortes, todavía no se ha dicho nada de recortar la libertad de pensamiento.
Es posible que con un poquito más de suerte, a este le den otra bicoca como a don Baltasar, para estar por esos mundos cobrando pasta gansa por desfacer entuertos, pues está claro que los de aquí le importan poco, más bien nada. Él está por encima de esas cosas, o… ¿es que hay otras cosas en     que pensar?

Con esto, acabo mi opinión, y dejo al señor juez envuelto en la bandera de la justicia internacional excluyente (excluye lo que pasa aquí) y a don Ramón más tranquilo sabiendo que no es sólo a él al que preocupan estos sucedidos de chorizos en la calle.
La segunda pincelada es más local, más de andar por casa. Pongo don fotos para ilustrarla. En una, la multitudinaria, se ve la cantidad de people que había solo para encender las luces del arbolito de Navidad. Pues bien, en la noche del 31 hay siempre todavía más gente, y para estos pongo la segunda foto, hecha hace solo unos minutos. En ella se ve, como van a ver el reloj para las doce campanadas. O mejor, como van a “no verlo”, pues lleva unos meses escondidos tras esa lona que oculta una obra que no está en marcha, y aparentemente tiene una única utilidad; buscar a ver quién paga un anuncio guay. Que yo haya visto, en ningún momento se ha producido movimiento alguno tras el cortinón, pero ahí sigue inmutable e inamovible.
Espero que algún  día, lo retiren, aunque sea el mismo día 31 a las 11 de la noche, que será lo más seguro. Así, tomaremos las uvas como todos los años… si queda para uvas.
Hasta mañana.
Pepeprado

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