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jueves, 12 de junio de 2014

Entre dos y la tele

Hoy es un día que solo sirve para estar entre otros dos. Todos miran al de ayer, con unos votando y otros intentando quitar el puesto en el recuerdo a Gaby, Fofó y Miliki, y el día de mañana que empieza el Mundial de los Líos. Sí, la inauguración es esta noche, pero eso es sólo porque mañana es viernes 13 y eso da yúyu a algunos de los peloteros, que para eso, tienen la pelota de pensar mal equilibrada y esas cosas los ponen de los nervios. La FIFA qué lo que quiere es cobrar, a esas cosas siempre contesta lo que le piden que conteste.
Por estos lares, sigue el lio en el PSOE (hay que ver el carajal que dejó tras de sí don Joseluís). El catalán Navarro ya no puede seguir navegando entre dos aguas y ha abdicado, salen candidatos de detrás de las piedras, incluida la pobre chica doña Soraya, a la que han quemado en estos meses defendiendo lo o indefendible, y algunos más que se han calentado al olor del festín. A ver cómo terminan.
Los que no tienen ese problema son los de Xodemos. Ha sido coger los primeros cheques y ya no hay ni listas abiertas, ni leches en vinagre. Un “equipo”, naturalmente elegido democráticamente por el líder en solitario, y a chorrarla. Ya son normales.
La única preocupación es qué la policía avisa del riesgo de alguna borricada por parte de, naturalmente, algunos borricos. Que los pillen pronto.
Vamos a lo personal. Ayer tuve la suerte de ir a la presentación de un libro de mi joven amigo Agustín Rivera. El libro, "La edad de oro del boxeo, 15 asaltos de leyenda", es una recopilación de artículos de don Manuel Alcántara, que estuvo presente y qué, tras las presentaciones, saltó al ring y nos noqueó. Oírle es una delicia, te vas de este mundo y hace que los minutos pasen volados. Salí encantado. De cuando en cuando estas cosas te vienen bien.
Una reflexión de esas que a mí me salen. Odio los bulos, pero especialmente a ese que debe circular entre las mentes pensantes de los mandamases televisivos, que les dice al oído, qué, cuando llega el verano, la ciudadanía se agilipolla. Porque es así, sólo es asomar el estío, y las programaciones se convierten en una sucesión de programas plastas, llenos de frikis asilvestrados qué, a los que se atreven a verlos, les inyectan morfina mental y los dejan atocinados.
Esos programas de piscinas, islas desiertas llenas de gente y cámaras, y cocineros aventureros, pueden acabar con las meninges del personal y hacer inútiles los años que don Santiago Ramón y Cajal, don Severo Ochoa, don Gregorio Marañón y otros invirtieron en estudiar nervios, cerebros y demás elementos personales.
La pléyade de fulanitos qué, a lo que aspiran es a enseñar la pastilla de chocolate, y de menganitas que están fritas por florear las plastitetas de última generación, navega por los espacios siderales de la demencia mal gestionada y el  miedo a emplear la cabeza para algo que no sea llevar el sombrero de moda.
Todo esto ayudado por presentadores/as que demuestran qué, visto lo visto, estudiar la carrera de Ciencias de la Comunicación es inútil, frente a los indudables méritos de acostarse con toreros, futbolistas o presuntos artistas de moda (no cuenta hacerlo con ingenieros especialistas en temas termonucleares o biólogos especializados en investigación sobre enfermedades infecciosas, eso no vale) qué, los escoltan por los procelosos mundos del show business de alta gama. Un horror.
Ya está bien por hoy.
Hasta mañana

Pepeprado

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