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martes, 26 de agosto de 2014

En la normalidad

Tiene su parte de gracia, de una gracia horrorosa y triste. De todas las perrerías que ha  hecho toda la familia del Padrino de la nación catalana, sólo se le piden cuentas… a don Montoro.
Tras declarar en la tele que estuvo defraudando más de 20 años, no ha habido ninguna instancia judicial que le haya preguntado nada. Y los políticos sólo se dedican a intentar sacar tajada. Lo único que han hecho es intentar que don Montoro cargue con las culpas de todo, de lo demás, pasan.
Si alguno de nosotros metemos en pinrel en la declaración del IRPF, seguro nos adjudican un par de inspectores de cabecera para que se vengan a vivir con nosotros, pero a los que mandan… a esos se les permite todo. Yo, si algún día me llaman de Hacienda por no haber declarado los chupa chups que le compro a mi nieta en gastos suntuarios...  pediré la comparecencia de Montoro.
Hablando de cosas serias, definitivamente, hemos perdido el oremus. En el caso del pederasta de Madrid, al qué, si alguna vez cogen deberían colgarlo de los cataplines aunque algún juez lo pondrá en la calle en dos días, lo único que hacemos es darle pistas para que se escape. Todos los días las teles le informan detalladamente de los pasos de la policía para que sepa por donde no debe ir, ni a qué horas debe operar. Con esto de la sociedad de la información, nos hemos vuelto gilipuertas y nos dedicamos a ayudar a los delincuentes.
Y de política, más. Los únicos que quedaban que parecían centrados política y mentalmente, UPyD y Ciudadanos, andan enzarzados en líos sobre qué hacer para mejorar lo suyo. Doña Rosa, a la que parece que eso de la competencia no gusta demasiado, cada vez lo tiene más liado. A ver cómo terminan.
Mientras, en las cercanías, el TSJA, mientras admite sin reaccionar que la Junta daba ayudas con el único requisito de tener el carnet adecuado, anda defendiendo a la juez que liquidó en dos días la extraña denuncia de violación. No se para a pensar que el primer día lo tuviera todo claro y aceptara era una violación, e inmediatamente, al día siguiente, eso sí, tras haber tenido en la puerta a los hábiles defensores de la virtud de los cinco perenganitos involucrados, tuviera meridianamente claro todo lo contrario. A mí, me sigue pareciendo raro, raro, raro.
En Málaga, ahora, a buenas horas mangas verdes, se enteran de que los vecinos del centro estamos hasta los mismísimos de esos botellones que no existen, de esas peleas que ninguna autoridad ve, de esos ruidos que sólo nosotros oímos.
En mi caso, el último santo que incorporé a mi panteón particular fue san Climalit, eso da idea del asunto. Un periódico local dice qué, andamos buscando la Arcadia; se equivoca, sólo intentamos evitar el psiquiátrico.
Y en la provincia, en Ronda, unos presuntos okupas han “tomado” un colegio cerrado. Dicen que reivindican un comedor social. Suena muy social el asunto, pero… (siempre hay un pero), los okupas, que se han encadenado, pertenecen al SAT de don Gordillo y don Cañamero. Y eso, por principio, da mala espina. A ver sí hay alguien que ponga orden, aunque personalmente, no creo en ello.
Hasta mañana.

Pepeprado

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