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viernes, 5 de septiembre de 2014

La repera

Tengo poco tiempo, cosa normal en un jubilata actual, muy lejos de aquellos jubilados tradicionales de dominó y Tele5, pero no me resisto a comentar unos minutos, lo más cutre a lo que hemos llegado.
Del Padrino y padre de la nación catalana, ya sabíamos que era un sinvergüenza, un aprovechado, un egoísta y muchas cosas más, pero es que ahora nos acabamos de enterar que además es cutre hasta arañarse la cara.
El ciutadán tenía una bruja de cabecera, cosa que es cutre pero menos, ya que a lo largo de los tiempos ha habido gente muy importante que ha caído en estas cosas, a veces llevados por la desesperación.
Pero es que este personaje, además de esta muestra primaria de cutréz tremebunda, se esmeraba en mejorar su marca y… le cobraba comisiones a la bruja.
Según cuenta, esta bruja, primero le puso un despacho en Barcelona para que pasara consulta, (hay que preguntar quién pagaba los gastos de este despacho), le mandaba a su amiguetes importantes y ¡toma ya! la bruja que atendía diariamente a muchas personas al día, cobraba… de don Jordi, 30 euros diarios, pero el ex–honorable les cobraba a cada uno de los postulantes 300 del ala.
Según la artista de la videncia, una señora mayor y parece que no demasiado culta, este personaje de la política nacional, presuntamente mejor preparado que ella en lo cultural y lo moral, se embolsaba algunos días varios miles de euros por el trabajo brujeril.
Este es el país que nos hemos montado, esta es una muestra del tipo de personajes que hemos permitido y permitimos nos gobiernen. Y así nos va.
Que cada día nos sorprendan con una exacción, un soborno, una metida de mano en la caja, etc… se ha convertido ya en normal, pero es que además, tras los personajes del caso ERE, los del caso bárcenas, los del caso ayudas, ahora ya el colmo de la bajeza y de la falta de escrúpulos es ver a estos personajes.
Un presidente de autonomía cobrándole comisiones a una bruja, ya es el esperpento nacional, es el colmo de lo cutre, lo más profundo del pozo de la ignominia.
Recordemos a Pedro Salinas, que aunque murió en 1951, ya, antes,  escribía esto;
Cosecheras de apariencias
No saben que cada una
Está celando un arcano.
Hermosos, sí, los sentidos
Pero no llegan a tanto.
Pensemos. Eso, nosotros no llegamos a tanto.
Hasta mañana.

Pepeprado

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