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miércoles, 24 de junio de 2015

La diferencia española

Somos un país diferente. En cualquier otro, para pasar a la posteridad hay que hacer algo muy, muy gordo.
Aquí, esas cosas no valen. Ni ser un gran científico, ni un benefactor de la humanidad, ni cosa parecida. Hay que dar vacaciones.
Desde el principio de esta etapa que se llama democracia, en la que presuntamente todos somos iguales menos los que son diferentes porque son de la pomada política, han pasado cientos de ministros, ministrillos y ministrables. Dicen que ahora hay, incluso, no-ministros, algunos que no quieren serlo. De algunos podemos aun tener una memoria cercana, por ejemplo es difícil olvidar al ministro señor Desatinos y sus andaduras internacionales, o la chabacanadas corbateras y promesas del señor Sebastián, aquel iluminado de don José Luis que iba a arreglar la industria patria regalando bombillas chinas (yo aun espero la mía). Pero no, estos, aunque ahora todavía se recuerden por su cercana inmediatez, lentamente y gracias a los líos que organizan y seguirán organizando sus sucesores, serán olvidados y los iremos relegando a un pudoroso olvido.
Sin embargo, hay una excepción, un preclaro prócer, ministro incrustado de UCD en el gobierno socialista del Divino Felipe, aunque bien pudiera ser ministro en la Grecia actual sin descomponer la figura, que ha pasado a la posteridad y cuyo nombre es aun adorado por centenares de esos que antes eran funcionarios y que actualmente son más bien siervos de la gleba política, ya que los que “funcionan” son los puestos a dedo, permanentemente agradecidos a este recordado ministro; don Javier Moscoso del Prado y Muñoz.
Este señor, allá por el 21 de Diciembre  de 1983, hizo lo necesario para pasar a la posteridad; dar días de vacaciones extras. Minucias tales como que estas vacaciones eran para compensar ajustes de días en el año, o para equiparar funciones, quedan en el olvido, lo impórtate es que ahora, “los moscosos” siguen de plena actualidad.
Desde que empecé a oír radios y teles esta mañana, solo se habla de la buena nueva: se han restaurado e incluso incrementado los moscosos. Esta buena nueva es solo el principio de los días de vino y rosas que nos van a traer hasta que haya unas elecciones generales, a nosotros los esperados votantes,
Tras el abanderamiento de don Pedro, había que hacer algo gordo, y que mejor que este milagro económico.
Ha sido tal el impacto que tan fastuosa medida ha hecho sobre mi psique, que prácticamente no me he parado a pensar en más noticiones, ni siquiera los lloros del señor Garzón a los de Podemos para pedirla amparo, las promesas de ecuanimidad de doña Cristina de Madrid, o las aventuras de los supervivientes de UPyD me han hecho mella.
Bueno, algo sí me ha emocionado al ver que la vida sigue. El Ayuntamiento de Málaga le cede espacios físicos a los de Ciudadanos, pero a los directores qué, como aquel rey inglés, ahora son  unos Sin Tierra, los mantiene  cobrando, incluso a uno de ellos, le sube el sueldo 6.000 euros dentro del plan de austeridad.
Menos mal; en Málaga somos diferentes de los diferentes, es decir, diferentes al cuadrado… ¡toma ya!
Hasta mañana
Pepeprado

P.S.- Felicidades a los juanes/as, juanitos/as, y asimilados/as (las barras son para que no se  ofendan las feministas).

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